miércoles, 25 de junio de 2014

Danza del fordismo

Música, luces, acción. Comienza el baile. No se trata de cuarteto ni rockanroll, esto más bien  es una danza que nace allá, por esos años que ni abuelas o bisabuelas pueden recordar; es más, no figura en libros de historia. Su complejidad ha imposibilitado su registro. Imágenes sí las hay, pero sin etiquetas, confundidas con algún otro fenómeno.

Nada de tango o chamamé, hablamos de una danza fordista. Izquierda, izquierda derecha izquierda. Escapes de aire acompañados por un abrir y cerrar marcan las primeras notas. Todos a la pista. Aquí no hay edades, aquí no hay jerarquías. Más de un atrevido cataloga este baile como propio de comunistas.

Como cuando nos forzaban a entrar en la bañera de chicos, nadie puede escapar al ritmo, la marea lo arrastra. Están los que se miran los pies, pues no quieren pisar sus acompañantes. Mientras Daniel San aprende a lustrar, y así a encontrar el equilibrio, en este punto del mapa algunos buscan asimilar el compás que les permita acertar su próximo paso.

Los métodos son de los más variados. Los más atrevidos optan por una pareja, y tomarse las manos está permitido. Pero quienes copan la pista son los solitarios, ajenos a todo cuento que no les interese. Se los identifica fácil. Miradas perdidas, pulso cardíaco estable. Colores sólidos y grises, no vaya a ser cosa que desentonen.

El show dura poco, aunque lo suficiente para recordar a cada uno el lugar que ocupa. Se trata de entrar, bailar y salir. Rápido, lo más rápido posible. Los anfitriones no se ofenden, ya que otros están por llegar.

Ahí, en medio de esa masa uniforme, cada tanto unos escuchan esas palabras que no salen de ningún parlante, que más bien retumban en sus cerebros. Sin posibilidad de frenar, pero tampoco de acelerar, entonan:  All in all you're just another brick in the wall. 


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