jueves, 22 de abril de 2010

Zapatillas = educación


"Pasa que no voy a la escuela porque no tengo zapatillas."

Palabras de una niña del barrio Barrufaldi, en Bella Vista. No la conozco. Esto lo escuché de un compañero el fin de semana pasado, y no puedo parar de pensar en ello. Tan acostumbrado a escuchar, y decir, cosas como:
- "nooo, la verdad que hoy cero ganas de ir a la facultad"
- "llueve, y si no vamos?"
- "alquilamos una pelicula y nos quedamos?"
- y más y más excusas para esquivar la responsabilidad estudiantil.

Cómo puede ser que las ganas de una nenita de aprender se vean obstaculizadas por algo tan básico como un par de zapatillas?

Y cito a otro niño del barrio que comentaba: "claro, esta comida para ustedes es la del mediodía no? vuelven a comer a la noche?"
No tengo mucho para decir. Solo quería usar una vez más este medio para comunicar mi indignación.

Afortunadamente, desde el gobierno nos informan que estamos cada día mejor, que hay menos desigualdad. Que bueno que tanta gente cree que el Estado es el único que debería ocuparse de la pobreza y demás problemas sociales. Pero, mejor aún, que bueno que tantas personas deciden hacer algo al respecto y actuar responsablemente. El Estado, lamentablemente, no llega a todos lados. Ojalá algún día lo haga. Realmente creo que es posible. Pero, mientras tanto, cada uno desde su lugar puede, y debe, constribuir para construir una Argentina, una latinoamerica mejor para todos.

viernes, 9 de abril de 2010

Mi almohada la histérica

No les pasa que, cuando se levantan, no se pueden despegar de la almohada? ¿Por qué es así? Tengo una pequeña teoría.

En lo personal, cuando me acuesto a la noche tardo un rato en dormirme. Como que no encuentro la posición. Doy un par de vueltas. La almohada casi que la trato como si fuera plastilina: la doblo, la giro, la pongo así o asa hasta encontrar la forma ideal. Pero el problema cuál es? Que nunca la encuentro!
Claro está que esto solo pasa cuando no estoy muy cansado, ya que, de estarlo, me desplomo en la cama y hasta mañana. Esto es lo que ocurre por la noches.

Al despertarme la situación es otra. No importa la hora, no importa el día, no importa si me tengo que levantar para ir a jugar un partido o para ir a la facultad, siempre me cuesta despegarme de mi almohada.
Ni bien abro los ojos, ya empiezo a frotar la cara contra ella. Ahí, en ese momento, cuando me despierto, se encuentra en su estado ideal. Su relieve se ajusta perfecto al de mi rostro. Mi nariz, mis ojos y mi boca juegan con su sábana. Hay momentos que decido sentarme en la cama para no quedarme dormido, agarro la almohada y apoyo mi cara en ella. Sí, sentado; es espectacular. ¿Cómo puede ser que esto ocurra en las mañanas, pero no por las noches cuando tanto anhelo duplicar esta sensación?

La cosa es así. Cuando uno se acuesta, la almohada esta fría e indiferente. Tu cabeza, que en ella se apoya, perturba su estado pasivo. Se resiste a ceder ante tu fuerza física que pretende distorsionar su estilo. Una vez que ella advierte que estás dormido, se relaja. No hace falta resistirse más. He aquí el momento clave, el punto de inflexión en esta disputa diaria. Con la guardia baja, su configuración se modifica por sí sola al compás de nuestros sueños. Así, pasan los segundos, los minutos, las horas... Al despertar, este baile llega a su fin. No más histeriqueo. Y aquí volvemos a la sensación relatada en el párrafo anterior.

A ver si algún día los amigos de Sprayette, Tv Compras y Llame Ya se portan inventando algo para tirarle a la almohada que produzca ese increíble efecto mañanero. De esa forma estarían vendiendo algo que realmente sea últil a la humanidad y dejarían, por un rato, de promocionar el sedentarismo.

jueves, 8 de abril de 2010

Liniers

Pocos humoristas, artistas, escritores, dibujantes, o como quieran llamarlos, quedan como este genio. Y digo genio porque no se me ocurre otro calificativo más apropiado. Les dejo fragmentos de una nota que le hicieron en La Nación y el link a la misma.

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-Es lo que a mí me inspira. Me gusta esa gente que arma su planeta con sus propias reglas. Que conoce las relgas, pero sabe cuáles tiene que romper para que aparezca algo nuevo. Que sabe cuándo decir: "Ah, ¿todos dicen que tiene que ser así? Bueno, no".

- Cuando sos chico te dicen que hay un Papá Noel que va a venir y te lo creés. A mí me decían que pasaba volando y yo lo veía pasar... Después, de grande, eso se pierde. Yo trato de mantenerlo.

¿Qué pasa si un día Linier madura?

- Sería un desastre. Por eso nunca me psicoanalicé. Tengo miedo de que me encuentren algo y lo arreglen. Terminaría entendiendo cómo funcionan los bancos y usando camisa y corbata.



http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1232563


miércoles, 7 de abril de 2010

Las damas primero...

Algunas preguntas (retóricas) para los varoncitos:
- Le dejás, si estas sentado, tu lugar en el bondi a una mujer?
- Cuando salís con una chica, y hace frío, le ofrecés tu abrigo?
- Les abrís la puerta y las dejás pasar antes que vos?
- Etc, etc, etc...

¿Caballerosidad o machismo?
Hace tanto que las mujeres luchan, reclaman, demandan ser tratadas igual que los hombres. Afortunadamente las sociedades evolucionan; unas mas rápido que otras. Hay países donde las mujeres pueden acceder a practicamente cualquier empleo que deseen. En otros, por cuestiones de religión o cultura, o como quieran verlo, no pueden ni destaparse la nariz y más vale que no levanten el tono de voz. En fin, ¿qué pasa con la convención social conocida como caballerosidad?

Si somos todos iguales, por qué dejarle el lugar a una mujer? Al final, seguimos perpetuando el machismo de nuestros ancestros. Tanto hombres como mujeres sostienen que es algo "lindo", "es así", "el hombre tiene que cuidar a la mujer". Todo bien, me uno a eso. De hecho, lo practico. Me gusta ser atento y demás, pero hasta un punto. Antes, si una mujer de CUALQUIER edad se subía al bondi, le dejaba mi asiento (por favor eviten comentarios sobre esto). Si no lo hacía me pesaba la conciencia. Pero tanto cuesta conseguir un lugar hoy en día, con lo saturados que estan los servicios, que cuando vuelvo liquidado y consigo sentarme, lo último que quiero es ceder mi lugar, salvo en el caso de ancianos y embarazadas. Y, si somos todos iguales, dejarle el asiento, en última instancia, es tratarla como más débil que uno. Y sino, por qué dejamos que alguien mayor se siente?

Todo esto me hace acordar a cuando un padre le dice a un hijo: "claro, vos sos grande (o mayor) para las cosas que te convienen". Entonces, fervientes feministas pero al momento de "las damas primero", no hay quejas...

martes, 6 de abril de 2010

Casco, cinturón...YO decido.

Solo un breve comentario sobre el reciente fallo del juez cordobés. Una vez más nos encontramos ante los problemas para interpretar la Constitución.

Claro que es decisión mía usar casco o cinturón, quién sos vos (o el Estado) para decirme cómo tengo que cuidarme, y si tengo que hacerlo; en definitiva, si me mato, es mi vida, o no?
Durante esta semana ese fue el argumento mas popular. Pero me parece que se olvida de un detalle: que ante un accidente, obviamente (se supone) una ambulancia, un policía o bombero irán a socorrerte. Te van a atender. Imaginemos que ocurre un accidente y el involucrado había decidido no usar cinturón porque le incomoda, y además no está de acuerdo con la ley que lo obliga a hacerlo; en concecuencia, su vida está en riesgo. Quizás quien lo atienda podría estar en otro lado salvando otras vidas. Pero no, tiene que estar ahí porque esta persona es libre de hacer lo que quiere.

Ridículo. Si pretendemos que de ahora en más no es obligatorio usar casco o cinturón, por qué no proponemos también que esta acción vaya acompañada de una pérdida del derecho a ser atendido por paramédicos, y así estos pueden ocuparse de quienes realmente valoran su vida.